Algún día tus
silencios
serán estrellas
colgadas de un pincel
porque tus
mejillas son ya mis acuarelas
y tu embriaguez
mi güisqui de
esta noche.
De tus recuerdos
no quiero hablar
porque ladran a
mi ventana y en la cama.
La almohada te
sigue respondiendo
si te exhalo rabia
pero los sueños
aguantan fuertes
y se contraen
vomitándote locuras sórdidas
cuando miras al
cielo y te preguntas.
Y me pregunto
nociones de
lugar y tiempo
absurdas
cuando estoy
solo
y cuando bajo la
basura
y cuando me
emborracho
y cuando
enveneno mis retinas
con pasillos de
hospital
y de facultad
y de calles absolutamente
impregnadas de humo,
el mismo que
mirábamos,
el mismo humo
que sigue quemando
los recuerdos
y no quiere
parar.
Pablos