domingo, 1 de febrero de 2015

Pasos.






Un año más
y aquí seguimos
pisando miedos y lanzando
anclas del pasado. 
Te echo de menos,
como si alguna vez no hubiera podido hacerlo. 
Es impensable que deje
de traerte 
a la memoria 
cuando vuelvo a casa temprano en la mañana
y el sol prende luz en las azoteas
y en las afortunadas ventanas de los últimos pisos.
Es así, también,
incuestionable
que no te olvide si me cruzo con el río
cuando después se hace mar para ti;
inevitable
que te insinúe en la libertad de la calle
en mi ventana.
Me resulta imposible
inadmisible.
Has entrado en mi alma,
si es que de verdad existe semejante fenómeno mitológico,
para parasitar mis intentos de tristeza y de mal sueño.
Me he rendido
porque luchar por evitarlo significa no ganar.
Pero es absurdo ganar si se trata de convencer
a una historia que no deja escribirse.